En verano, Torres del Paine recibe miles de visitantes de todo el mundo. Los senderos están llenos, los refugios a su máxima capacidad y la experiencia, aunque hermosa, puede sentirse masiva.
En invierno, todo cambia.
La ruta se viste de silencio, las montañas se cubren de blanco y los paisajes cobran una belleza casi irreal. Es una temporada exigente, sí, pero también mágica. Caminarás por senderos vacíos, sentirás el crujido de la nieve bajo tus botas y podrás ver amaneceres tardíos que pintan de oro las Torres del Paine.
La Ruta Patagonia 70K fue diseñada para vivir este momento: cuando la naturaleza no se muestra para ser admirada, sino para ser respetada y compartida desde el asombro.